domingo, 4 de septiembre de 2016

Felicidad

Llega esta hora y siempre, siempre me pasa lo mismo. Me pongo a meditar, a recordar y se me escapan las lágrimas. Pero esta vez son de verdadera alegría, no hay sentimiento oscuro ni tristeza en mi llanto.
Desee tanto este momento. Tanto, tanto. Todavía no puedo creer que sea cierto. Estuve tantas noches llorando, sintiendo que no habría ni la más mínima posibilidad de volverlo a mirar y poder tener todo esto me llena el alma. Lo miro, lo toco, lo siento. Lo escucho reír, recibo sus mensajes, sus besos, su amor. Soy muy feliz. Feliz de poder vivir hoy todo esto, de saber que no me quedo con las ganas de absolutamente nada. Estoy agradecida con la vida por este retorno. Por saber que dije todo lo que tenía guardado dentro mío y que él sabe todo lo que siento.Que no le puede quedar la menor duda de que es y va a ser el amor de mi vida. Porque nada ni nadie me hizo vivir como él. Nadie me inspiró, me sedujo, me entristeció, me enamoró de esa manera. Sólo él. Verlo hoy, abrazarlo hoy. De verdad que siento que todo lo mejor que podría haber tenido lo tengo. Me podría morir tranquila, lo juro.
Esta vez no quiero desperdiciar el tiempo. No quiero agobiarme ni enredarme en mis miedos. Lo que tenga que pasar va a pasar, no quiero volverme loca tratando de anticiparme o midiendo posibilidades. Al final, nada resulta como lo imaginamos así que no hay por qué espantarse. Que las cosas fluyan. Que esto se desarrolle como deba serlo.
Vivo cada encuentro como si fuera el último. No porque quiera despedirme, sino con la urgencia de saber que lo único que es seguro es el momento que tenemos, Lo que pasa ahí, cada instante. Disfruto de mirarlo a los ojos. Analizo cada parte de su cara, sus gestos, sus movimientos. Intento desconectar el resto de mis sentidos y sólo concentrarme en el calor de su mano entrelazada con la mía. Puedo afirmar que es la conexión más intensa que he sentido jamás. Respiro profundo para que su perfume quede grabado en mi memoria. Lo beso despacio, para que cada segundo sea eterno. Y qué decir de sus abrazos. Para mi son el cielo, y debo haber hecho algo muy bien, porque últimamente vivo ahí.
Este último tiempo me voy a dormir sintiendo que todo está en orden. Que estoy en paz conmigo, con el universo entero. Nada va a poder quitarme esta sensación. Hoy por hoy me acuesto con una sonrisa y creo que lo merezco.