lunes, 28 de mayo de 2018

Cuando paro

El problema para mí nunca fue seguir adelante, sé muy bien cómo se hace eso.
Sé como acostarme por las noches y aunque no pueda dejar de pensar en lo que duele o molesta, o me hace falta, logro levantarme y seguir con mi día. Sé continuar con los quehaceres, con mis mandados, con mis obligaciones.
Sé pasar inadvertida aunque por momentos algo en mi cabeza me inquiete. Sé perfectamente como disimular unos ojos tristes y cómo hacer que nadie pregunte, "¿estas bien?".
Pero, de vez en cuando, hay días donde seguir se me hace imposible.
Hay días donde no puedo moverme ni medio centímetro.
Momentos donde tengo que sentarme y dejar que el silencio apague el bullicio que llevo dentro.
Hay días donde el vacío me devora por dentro.
Me perfora, me aprisiona, me hace entrar en razón.
Me susurra, "ve más despacio, no tienes por qué resolver todo ahora".
La tristeza me inunda y es ahí, cuando por fin paro, que puedo ver que sigue teniendo el mismo nombre y la misma cara.
No te has ido vieja amiga, nunca te fuiste.
Sólo estabas esperando a que te abriera la puerta para vernos frente a frente una vez más.
Toma asiento, querida mía, sé que tenemos muchas cosas de qué hablar.

martes, 4 de julio de 2017

Ojalá

Y ojalá algún día encuentre las palabras para expresar todo lo que siento y lo que significan estas lágrimas.Ojalá algún día tenga la fuerza para decirte a la cara que te quiero, que te he querido por más que no he hecho las cosas como he debido. Y ojalá siga apostando a estos impulsos que pugnan por hablar, por entregarte mi corazón desnudo para que hagas lo que sientas y lo que puedas. No pido más que me oigas, que puedas recibir todo lo que intento decir. No sé cómo explicarlo, porque todo me desborda. Hace tiempo que el alma clama por salir de mi cuerpo, que me guía y me dice "ahí está, sabés que ahí esta. ¿Qué esperas?" Que nunca sea tarde para volver a abrazarte una vez más. Que jamás olvide todo esto que mi cuerpo intenta decir. Que no luche por no luchar. Que me quede por más que cueste. Que vale la pena, por dios que lo vale. Que sos la persona por la que quiero seguir intentando y que lamento mucho haber tardado tanto  

sábado, 24 de diciembre de 2016

Ema

A Ema le gusta el mate amargo y la comida frita. Ema amaba recorrer librerías y ofrecer su ayuda constantentemente. Ema tiene ojos verdes, o celestes, depende mucho de la atención que le prestes. Ema sonreía sin disimulo cada vez que me veía llegar tarde, como siempre. Me esperaba en la esquina, con su moto gris y sus calcos de River. Ema se enojaba cuando me quedaba dormida y olvidaba responderle, y cuando hacía las cosas sin su ayuda. Ema se ponía orgulloso cada vez que lograba mis metas, y me recordaba día a día lo mucho que valía.
Ema tenía un humor muy raro que yo rara vez entendía. Era celoso, y tenía muchos miedos. Ema necesitaba acariciarme constantemente cuando me sentaba a su lado. Supongo que era su manera de corroborar que seguía ahí, que no me había ido. Ema era chiquilín cuando quería algo y no descansaba hasta que le dijera que sí. Tenía sus caprichos, como todo niño ilusionado. 
Ema discutía conmigo constantemente y eso al principio me agradaba. Era y es la primer persona que se animó a confrontarme y decirme que estaba equivocada. Sin embargo, su sinceridad bruta la mayoría de las veces causaba daños colaterales. No lo culpo, yo también suelo ser bastante sincericida. Debe haber sido ese el motivo de que nos gruñeramos tan seguido.
Ema quería todo el tiempo complacerme, buscaba que fuera feliz a cualquier precio. No importaba la hora, el lugar, si llovía o se rajaba la Tierra del calor. El siempre estaba esperando, con sus ojos impacientes y su abrazo apretado. 
A Ema le encantan las películas y por eso íbamos mucho al cine. Aprovechábamos los dos por uno y los ratos libres del estudio. Sus favoritas eran de terror, y odiaba los films doblados. De él aprendí que no hay nada mejor que ver las películas con subtítulos.
Ema tiene dos mascotas, un perro y una gata. A su gata nunca le caí demasiado bien, siempre sospeché que me odiaba. Ella era como su hija, así la trataba; con amor y cariño en extremo. Su perrito era mi perdición, cada vez que visitaba su casa me esperaba para que lo alzara y no nos despegábamos ni un minuto. Ema solía ponerse celoso por eso, aunque sonreía y siempre me decía que cada vez que lo veía entrar la moto esperaba verme llegar con él. 
Ema era muy cariñoso y atento. Aunque a veces olvidaba lo que le contaba y me lo repreguntaba varias veces. Yo detestaba eso, me daba la impresión de que no me escuchaba.  Ema era lo más salvo cuando su baja autoestima lo hacía ningunearse. Me lastimaba ver cuando se hundía en la oscuridad aunque hiciera todo para demostrarle que él era luz. 
Ema solía decir que yo era una adicta al trabajo y se sorprendía de mi fuerza de voluntad. Ema me tomaba de ejemplo y me daba las gracias. Decía que me debía mucho, que sin mí no habría llegado a ningún lado. Ema no sabía que si algo había logrado fue por motus propia, que yo sólo estaba a su lado alentándolo. 
Lo que Ema no sabe es lo mucho que identificaba yo con él. En su momento fui igual, indecisa, insegura, incapaz de creer que alguien me pudiera amar. En el fondo sigo teniendo los mismos miedos, aunque después de mucho aprendizaje y reflexión he logrado moverme a pesar de ellos. Todos fuimos Ema alguna vez, todos tuvimos miedo a no ser dignos de ser amados. Todo en el fondo seguimos ocultándo eso, y nos creemos insuficientes. 
Ema me enseñó que no se trata de merecer, sino de lo que quieras tener. Solía decirme que si fuera por merecer yo no merecía haber sufrido tanto daño en el pasado. Ema odiaba mi pasado amoroso, mis cicatrices y mi dolor. Él odiaba todo eso porque suponía que estaba pagando los platos que alguien más había roto, antes que él. Lamentablemente todos pagamos por lastimaduras que no hicimos. Intenté evitarlo pero en el fondo él tenía en claro que algunas heridas nunca habían cerrado. 
Ema era muy malo bailando y cocinando. Era fanático hasta el extremo de River y hasta desconectaba el wifi cuando había partido.
El mayor problema de Ema era su falta de confianza en sí mismo. El día que sepa aumentarla nada podrá detenerlo, estoy muy segura. Ema tiene un potencial inmenso, sé muy bien descifrar eso en la gente. Ema tiene que lograr ser feliz, no porque lo merezca, sino porque ese es mi deseo y debería ser su meta.

miércoles, 21 de diciembre de 2016

Después

Después de muchas idas y vueltas, de llorar, de volverme loca, de abrazar la almohada y sollozar por fín encontré la razón. Después de preguntarme mil veces porqué, de arrepentirme y desear que nada de esto hubiese pasado, lo comprendí. Yo quería que pasara. Yo desee con toda mi alma que esto sucediera. Y así fue, se dio. Después de muchas noches de extrañar, de llorar, de pensar, de soñar. El universo cumplió mi deseo y es eso lo que tengo que rescatar.
Me resulta sorprendente cómo mi mente se calma de un día a otro. Por fin encontré el motivo. Sucedió, él sucedió. Y me recordó lo que es amar otra vez. Despertó en mi sentimientos muy enterrados en mi alma. Volví a sentirme viva. Volví a soñar, a creer, a confiar. 
Perdí mi más ansiada estabilidad por intentar algo grande. Y es lo mejor que pude haber hecho, intentarlo. Porque sé con mucha certeza que me habría arrepentido toda la vida si hubiese desperdiciado este reencuentro. 
¿Y qué queda ahora? Aprender a esperar, sin desesperar. Me va a costar horrores. Después de todo, soy un ser demasiado impaciente. Pero todo es aprendizaje, y todo llega. Mi sueño se cumplió. Volví a abrazar a la persona que más amé en mi vida. Volví a amar sin condiciones, sin reparos, sin miedos. Encontré la manera de ser yo misma después de tanto aprender y tanto miedo a volver a caer. 
Lo cierto es que tuve momentos de incertidumbre, de desesperación. Casi que creí que mi corazón volvía a partirse en dos. Pero luego me di cuenta de que no volvía al mismo lugar. Me dí cuenta de que si lo soñé tanto y lo tuve, eso es lo que tengo que seguir haciendo. Soñar, desear, amar. Sin peros, sin excusas, sin sentirme intimidada por la magnitud de mis emociones. Las personas siempre tememos entregarnos por completos por el caos que eso podría generar. La verdad es que después de el caos sigue la calma, y todo vuelve a acomodarse. De otra manera, con otras perspectivas, otros aprendizajes. Pero pase lo que pase todo va a estar bien. 
Mi mayor miedo es sentir que estoy desperdiciando el tiempo, las ganas, los esfuerzos. Mi temor horrorizante es despertar un día y percatarme que mi vida pasó corriendo detrás de algo que nunca se concretó. Hay un pensamiento nuevo en mi mente que ha logrado aminorar mis pavores. Estoy totalmente convencida de que si deseas mucho algo, si trabajás y luchás por ello, el universo te lo concede. No importa el tiempo que tarde, lo que cueste, lo que duela. Valdrá la pena.  Una amiga me dijo recientemente que no dejara de ver el mundo como lo veo, porque era ese tipo de personas que inspiran a otras a confiar en la gente. En ese momento comprendí que no puedo echar por la borda mis ideales, que no debo dejarme ganar por el desaliento y la desilución. Es cierto que hay muchísimas cosas que se han perdido, que el amor está devaluado y que ya casi nadie se arriesga a vivir por miedo a morir. Pero existen aún personas que que creen como yo, que creen, que tienen fe, sueños y esperanzas. Esa es la gente que va a lograr mejorar el mundo.

miércoles, 14 de diciembre de 2016

Juego sin fin

Supongo que tenías razón, yo también te mentí. Te dije que no esperaba nada y era una total y completa mentira. Ahora lo que quiero es que te vayas, como siempre has hecho. Que salgas corriendo lejos de mi vida, cuando fuiste vos el que quisiste volver a entrar en ella. Te conozco tanto como para saber que vas a volver y este juego sin fin va a volver a empezar. Ambos sabemos que jamás se va a acabar. Pero estoy muy cansada. Estoy cansada, agotada, frustrada. Desearía que esta ruleta rusa sin corazón se detenga de una buena vez. Tengo veintitrés años, y llevo cinco enamorada de una persona. Quiero pensar que ya ha sido suficiente. Tengo un montón de cosas que se me cruzan por la cabeza y siento que no merece el esfuerzo decírselas. Supongo que ya debería estar curada de espanto, pero sigo insistiendo. Estoy cansada de pensar que algo va a cambiar y de esperar algo que jamás va a pasar. Jamás vas a valorarme como lo merezco. Jamás vas a arriesgarte. Jamás habrá un nosotros de verdad, y mucho menos un futuro juntos. Quiero rendirme de una buena vez por todas y no puedo. Algo en mi se niega  a aceptar que no hay manera de que funcione. Lo único que he descubierto después de todo este tiempo es quién es el que pone los palos en la rueda. Después de mucho pensar que todo era mi culpa entendí que no era yo quien escapaba. Todo el tiempo fuiste vos. Todo el tiempo vas a seguir escapando vos. ¿Pero sabes qué es lo peor? Que voy a seguir ahí, aunque no esté presente físicamente ni vos estes en mi vida cotidianamente. Siempre estoy pensando en vos. No hay distancia lo suficientemente grande como para modificar eso. Quiero dejar de luchar, quiero frenar. Estoy cansada de tu cobardía crónica. Estoy cansada de verte desperdiciar tu vida, y la mía. No me quedan más que expresiones de buenos deseos, pero has logrado convencerme de que no hay absolutamente nada que pueda hacer. Incluso si quiero permanecer a tu lado sin pedirte nada a cambio, sin imponerte condiciones o límites, te alejás. Estoy harta de las estrategias, de no saber qué decir ni qué pensar.  Sólo quería expresarte mis emociones, porque son lo único que tengo. Sólo quería hacerte saber -demostrarte- lo importante que sos en mi vida. Y es lo que hago. Continuamente demuestro interés por tu bienestar. Sólo quería que fueras parte de mi vida, sin importar el tipo de relación que eso implicara, pero no me lo estás haciendo demasiado fácil.

martes, 6 de diciembre de 2016

Quiero

No quiero pensar en cosas tristes. No quiero llorar. No quiero tener razón.
Sólo quiero ser feliz.

Cobarde

Ya lo sé. Sé perfectamente que el problema sos vos, no yo. Sé que sos vos quien nos aleja, quien decide poner distancia. Siempre supe que mientras más me acercaba, más lejos te ponías. Es tu instinto. Tenés tanto miedo, te da tanto miedo todo lo que siento que te escapás.
¿Qué debería hacer? ¿Dejarte escapar como siempre? Una parte de mi muere por rendirse, en serio. Esa parte intenta convencerse de que ya no hay nada más que hacer, que nunca te vas a arriesgar. Sabe que preferis vivir vacío, mirando sin ver, besando sin sentir. Podrías tenerlo todo y sin embargo preferís no apostar. No logro entender cómo lo haces.
Otra parte de mi insiste. Piensa que vale la pena, los mambos, las risas y los llantos. Esa parte de mi me impulsa a seguir intentando, me dice que no me voy a arrepentir de hacer lo que siento. Sin embargo, poco a poco lográs que mi pasión se vaya apagando. Todo lo que no haces también habla de vos. Tu desinterés, tu distancia, tus olvidos. Yo no te espero ni te necesito, y sin embargo deseo que estés cerca. Por elección. 
Ya veremos que pasa, por el momento sé que la única persona capaz de matar lo que siento sos vos. Y si eso es lo que querés, vas bien. Vas a terminar logrando que dejes de importarme. Supongo que esto también tiene que ver con tu "necesidad de libertad". Me ves como un peso porque no te podes poner a la altura de mis sentimientos. Sos tan cobarde que no te animás a la verdad. 

sábado, 3 de diciembre de 2016

Seguir apostando

Que el amor debería valer la alegría y no la pena es una frase que he escuchado hasta al hartazgo. Me encantaría decir que es verdad, que así debería ser. Pero actualmente muchas cosas me han hecho dudar de este supuesto. ¿Son las personas o es el amor el que no funciona? ¿Será que somos nosotros quienes echamos a perder lo lindo de ese sentimiento?
Me debatí toda la semana acerca de si quiero estar cerca de alguien que no me quiere de la misma manera que quiero yo. Me pregunté si no estaba perdiendo el tiempo, esperando algo que nunca iba a cambiar. Después de mucho pensar me di cuenta de que no puedo preocuparme por algo que está fuera de mi alcance. Digo, lo que siente el otro es problema del otro y yo no puedo hacer nada para que sienta algo por mi.
Hay una frase que retumba en mi cabeza: "nada me llena". Para mi no significa más que una cosa, que quien se siente así está vacío por dentro. Y es imposible que alguien más te complete. Desde que he resuelto todas estas ideas en mi cabeza me siento un poco más ligera. Entendí que lo que en realidad importa es lo que yo doy. El resto importa poco. Y por lo menos, yo sé que siempre fui sincera conmigo misma y que me arriesgué. Más allá del resultado, más allá del otro. Hay que seguir apostando. Porque siempre gana el que da más, no el que no sabe recibir. Y siempre seré la más beneficiada, porque amo amar y doy todo por las personas que quiero.

viernes, 2 de diciembre de 2016

"[...] Pierde quien no sabe recibir."

Hoy estoy mucho más tranquila. He pensado mucho durante toda esta semana. He pensado tanto que me he dado cuenta de algo importante: tengo que dejar de intentar racionalizar mis sentimientos. Sólo a mi se me ocurriría querer justificar lógicamente lo que me pasa sentimentalmente. Pensar demasiado sólo genera más angustia y ansiedad. Basta de intentar resolver la vida devanándose los sesos, hacete menos preguntas y disfrutá. 
No estoy segura de haber llegado a alguna conclusión. Es más, sigo teniendo miles de preguntas. Es irónico que cuando crees tener todas las respuestas es cuando todas las preguntas comienzan a cambiar. Sí comprendí que debo dejar de preocuparme por lo que siente/piensa/dice el otro. No hay nada que pueda hacer con eso. Tuve momentos donde me entristecí por pensar que no me valoraban lo suficiente. Ahora me doy cuenta que no soy yo quien tiene que ponerse triste: "Nadie pierde por dar amor...pierde quien no sabe recibir." Y yo, ¡madre mía que he amado! Hasta la locura y el cansancio y debo estar muy orgullosa de eso. Aprendí que tengo que dejar de preocuparme por lo que recibo, lo verdaderamente importante es lo que soy capaz de dar. Y no hay nada que no sea capaz de hacer u ofrecer. Soy la mejor versión de mi misma y al ser tan autoexigente me he acostumbrado a replantearme constantemente todo. Estoy en un proceso de crecimiento constante y eso es muy saludable. Mi meta es no perderme en pensamientos oscuros o empezar a dudar de mi. No tengo nada planeado ni mi vida resuelta, sólo tengo un corazón gigante que quiere expresar lo que siente. Amar por amar, nada más. Sin esperar, sin pedir. Amar porque lo siento así, en total libertad.