miércoles, 21 de enero de 2015

Estremecer

Cuando menos me lo esperaba volví a escuchar su voz. Dentro de mi cabeza su voz rosonaba. En este momento no puedo recordar qué decía, pero logró hacerme estremecer.

sábado, 17 de enero de 2015

Manía

Nunca voy a saber lo que realmente signifiqué para su vida. ¿Cómo estar segura de eso? La mitad de mis ideas son suposiciones, la otra mitad palabras que se llevó el viento. Debería dejar de buscar respuestas. Sé que no puedo descubrir la verdad sola, y tampoco puedo contar con él. Que linda y atrapante manía tiene el amor.

Está ahí

Me había propuesto como meta dejar de nombrarlo. Pensé que tal vez así sería más fácil, que no decir que algo me lo recuerda iba a hacer que lo olvidara más rápido. Pero sigue estando ahí. Aunque no lo diga en voz alta, sé que está ahí. No sé porque lucho. O contra qué. Sé que duele. Sé que veo su foto y duele. Sé que pienso en la familia y siento una puntada en el estómago. Que los recuerdos más viejos se pasean por mi mente constantemente. Me recuerdan lo feliz que fui. Me parece totalmente innecesario recordar cuando estaba con él y era feliz. Cuando sentía que tenía a alguien en quien confiar. Era lindo pensar que siempre iba a estar para mi, pasara lo que pasara. Y, ¿donde está ahora? ¿Por qué prometió quedarse si no iba a hacerlo?
Creía que estaba haciendo mi mejor esfuerzo para superarlo pero lo estoy dudando. Creo querer convencerme de que todo estará bien. Que un día dejaré de llorar. En realidad, en algún momento va a ser así. Algún día los recuerdos serán indoloros y sólo serán parte de una historia pasada. Linda historia. Tal vez demasiado linda. Por eso una parte de mi se aferra con todas sus fuerzas a lo poco que queda de ella.
A veces me pregunto qué es lo que verdaderamente quiero. Sé que él no es lo que yo amaba. Me enamoré de cómo me trataba, de cómo me miraba. De todo lo que sentía cuando yo lo veía y coincidíamos miradas. Su voz llamándome. Sus brazos rodeando mi cintura y su beso en la frente. Supongo que tengo que aceptar que nada de eso existe ahora. Lo más difícil es aceptar que estuvo, que fue real. Una parte de mi preferiría admitir que todo fue mentira. Que un amor así jamás se habría dado por vencido. Una parte de mi cree que si lo arruinamos y no intentamos arreglarlo fue por cobardes. Y de todas formas, a mi otra parte le resulta imposible conformarse con eso. No puede ser que dejaramos que algo tan lindo se desperdiciara. Estar enamorado, amar a alguien y ser correspondido es casi un milagro. Hablo en plural porque no se puede echar la culpa a una única persona. Una relación empieza y termina en conjunto. Aunque yo jamás quise que terminara. Habría hecho cualquier cosa. Estoy segura de que habría hecho hasta lo imposible para que se quedara. Y no habría importado. Porque él no quería quedarse.
Después de las idas y vueltas de estos meses esa idea se implantó en mi cabeza. -Nunca quiso quedarse-. Nunca lo intentó verdaderamente.
Y vuelvo a pensar que cargar su nombre de culpas, de tristeza hace que mi figura se aliviane. Sé que no está bien. Que repartir culpas para que la balanza quede más pesada de su lado no soluciona nada. Decir todo esto tampoco lo hace. Y sin embargo siento la necesidad de hacerlo.
Me duele pensar que yo creí en él cuando nadie más lo hizo. Pero él también creyó en mi cuando era invisible, cobarde y cuando nadie más apostaba por mi. Si no lo hubiese hecho jamás me habría animado a crecer tanto. Siento que le debo parte de lo que soy. Siento que él es parte de mi. Y lo odio por eso. Además, sé como piensa. Él también está agradecido. Él cree que soy una gran persona, una persona capaz de todo. Cree que soy demasiado. Jamás voy a poder entenderlo. Es como si se rindiera sin si quiera intentarlo. Es como si supiera lo valiosa que soy y  en vez de luchar por mi decidiera que él no merecía tenerme al lado. Él era todo lo que quería. Él es lo primero que pienso cuando me hablan de amor. Cuando veo a dos personas abrazándose. Cuando alguien recibe un "te quiero". Está ahí. No puedo romper el lazo que me une a él. Dije que no iba a luchar más por hacerlo y aquí me tienen, tratando de olvidar.

miércoles, 14 de enero de 2015

"Lo prometo"

Empiezo esta entrada de una forma inusual. Generalmente primero escribo lo que sea que se me cruce por la mente y después elijo el título. Esta vez comencé por titular el post.
"Lo prometo". No creo ser consciente de lo fuertes, serias y complicadas que son esas palabras. En la antigüedad el valor que se le daba a los pactos verbales era sustancial. La palabra definía al hombre como ser digno y valeroso. Hoy en día se ha perdido el aprecio por tal cualidad. 
Lo que critico duramente es seguir usando el término ¿Por qué la gente sigue haciendo promesas que saben que no pueden cumplir? Tal vez en un principio verdaderamente crean que concretar tal acción está a su alcance y posteriormente descubran que no es así. Tal vez sólo lo hacen para saciar los miedos de alguien más, decir lo que el otro desea escuchar. Tal vez para conseguir algo que quieran. Tal vez no sepan lo que están haciendo. Supongo que hay una infinidad de posibilidades dependiendo del tipo de promesas. Pero, ¿es necesario hacerlas? 
Por empezar, ligarse a algo, sea lo que sea, nos une inevitablemente a un compromiso, una obligación, un deber. Y, paradójicamente, cuando uno se ata, sea voluntaria o involuntariamente, siempre existe el impulso de querer soltarse. Es instintivo. Es como querer liberarse de algo que te oprime, que te paraliza e impide realizar alguna acción. Son esas bocanadas de aire por las que tanto luchamos cuando nos asfixiamos, o esa desesperación por respirar cuando sentimos que nos ahogamos. 
Entonces, vuelvo a mi pregunta inicial: ¿Por qué hacemos promesas?, o mejor aún, ¿Cuál es esa necesidad imperiosa que tenemos de llevarnos siempre al límite entre lo natural y lo impuesto? ¿Por qué intentamos realizar actos que colisionan con nuestra naturaleza de libertad absoluta? ¿Será que es otro de nuestros caprichos, encontrar formas que nos direccionen siempre a debatir las cosas que hacemos, decimos y pensamos?
Asumo un poco de responsabilidad en cuanto a las promesas que he hecho, las que he roto y las que he escuchado y han sido incumplidas por alguien más. Hay cosas que escapan a nuestro alcance. Hay cosas que no se pueden manejar. Creo que, en parte, me han hecho promesas para calmar mis miedos, para hacerme confiar. Tal vez la intención en un principio haya sido buena. No se puede descartar ninguna probabilidad.
No creo encontrar la respuesta una madrugada cualquiera como hoy, pero por lo menos sé que mis meditaciones se acercan cada vez más a una solución. De lo que estoy segura es que yo también he sido victima del "te lo prometo". No es fácil perder la fe en alguien que creías iba a cumplir con su palabra. La confianza puede romperse, pero eso no significa que desaparezca automáticamente. Sucede lentamente. La esperanza se disipa en un cuenta gotas. Es lento, doloroso y melancólico. Como esas canciones románticas que pasan en la radio cuando estás totalmente deprimido y lo último que quieres hacer es recordar. Creo innecesario mencionarlo, podría jurar que todos conocen esa parte del proceso.
Ahora bien, lo bueno es que tarde o temprano termina. Lo malo, es que te vuelves arisco a la hora de confiar.

viernes, 9 de enero de 2015

Lo bueno

¿Saben qué es lo bueno de escribir en un blog?
Que existe la posibilidad de que alguien más lea todos tus razonamientos y tal vez concuerde con ellos. Si bien podes hacer esto con cualquier otra red social, creo que el blog te da una libertad mayor. Siento que puedo decir cualquier barbaridad que se me cruce por la cabeza sin miedo a ser juzgada. Es raro, ¿no?

Plenitud

¿Cuál es la diferencia entre negar algo hasta el autoconvencimiento, y de verdad creer que determinado problema ya no te afecta? He estado meditando hace tiempo sobre esa cuestión. De tanto repetirte que estás bien, ¿de verdad logras estarlo? O será que entre tantas mentiras que decimos y asumimos cotidianamente, el hecho de negar que algo está mal y que no podemos luchar contra eso se ha vuelto una costumbre.
Trato de pensar positivamente y espero que algún día despierte y deje de pensar en lo mismo. A veces tener tan buena memoria te juega en contra. Hace que conectes cualquier cosa con un recuerdo, y peor aún, hace que quieras revivirlo. Creo haber leído por ahí que los lugares donde alguna vez fuimos felices no deberían volver a ser frecuentados. Cuando dicen que los momentos son únicos e irrepetibles se refieren a eso. A que no se puede repetir dos veces un mismo momento ni una misma sensación. Es imposible.
Considero que los seres humanos somos todos un poco arquitectos. Construimos diariamente momentos que pueden tener parecidos con algo ya vivido pero que nunca son esencialmente iguales. Entonces, ¿por qué nos pasamos la vida tratando de repetir algo irrepetible? Además de ser paradójico es inútil y desesperante.
Supongo que es difícil aceptar que las cosas cambian. Que uno no puede vivir en la comodidad de lo estático. Lo más complicado es admitir que nadie puede resistirse u oponerse a las modificaciones en su vida. La vida pasa, cambia, muta, y todo eso sin autorización de nadie. Simplemente pasa. Y un día despertás y te das cuenta que todo lo que creías eterno no fue así. Que la eternidad no es una posibilidad para nosotros. Y si las cosas son de esa manera, ¿cuál es la razón de que, otra vez, vayamos en la búsqueda de algo que jamás termine? De hecho, ¿debe ser considerado bueno algo que permanece a lo largo del tiempo? Algo con la característica de ser inmutable no necesariamente puede ser beneficioso. Si las cosas no cambiaran, se perdería el equilibrio entre lo bueno y lo malo.
Pongámoslo así, supongamos que nos atraviesa un período de tristeza y desánimo. Si no fuese un período, si no fuese sólo una pequeña parte de tiempo, no podríamos salir de ese estado. Y es por esta razón que los cambios son necesarios. Y el tiempo es precisamente eso, cambios y permanencias. Se necesitan de estas dos fuerzas para equilibrar la balanza.
Lo bueno de saber que las cosas son momentáneas es tener la certeza de que podemos vivir un sinfín de emociones. Y así como se necesita de la tristeza para valorar la alegría y de la ausencia para apreciar la presencia, es necesario experimentar todos los sentimientos posibles, aunque conlleven a una dualidad. Así se llega a la plenitud. Por eso propongo algo: disfrutemos de todos nuestros estados anímicos, después de todo no serán para siempre.

jueves, 8 de enero de 2015

Gratificante

Me había olvidado de lo gratificante que es escribir. Encuentro muy satisfactorio poder expresarme así. Gracias a Dios que existen éste, y muchos otros medios para poder manifestarnos.

Algún día

Esto es algo que he aprendido recientemente. De hecho, lo he escuchado.
Alguien dijo: "Hacer cosas, hace que las cosas cambien. No hacer nada deja todo tal y como estaba."
Creo que pretender que las cosas no pasaron es creer que con la negación los problemas desaparecen. Todo el mundo sabe que eso no es verdad. Todos saben, también, que es más fácil mentir que enfrentarse a la realidad. Por eso vivimos enroscados con asuntos sin resolver y morimos arrepentidos de lo que no nos animamos a hacer.

Aunque suene pesimista en mi forma de pensar, aún creo que es posible cambiar, y que algún día el mundo entero se dará cuenta de lo estúpido que es andar por ahí mintiéndose a uno mismo. Algún día dejaremos de intentar hacernos los superados y verdaderamente asumiremos quienes somos. Algún día.