lunes, 16 de febrero de 2015

A veces

A veces, simplemente te extraño y tengo ganas de que me abraces, beses mi frente y digas -sólo como vos sabes decir- "todo va a estar bien."

La mentira más grande


¿Saben qué creo? Que las personas no son conscientes del daño que pueden generar. No saben con exactitud lo perjudicial que es para alguien cruzarse con una persona que miente para conseguir cualquier cosa que deseen en un momento determinado. No voy a entender nunca por qué lo hacen. Si queres algo, decilo. ¡Mirá que fácil! ¿Cuál es la necesidad de engañar a la gente para que hagan lo que vos quieras sin darse cuenta? ¿No es más fácil, y sobretodo honesto, decir de entrada cuales son tus intenciones?. Así se evitarían muchísimas cosas. Así no sufriríamos tanto cuando las cosas se terminan. 
El problema es que a todos nos encanta ocultar cosas. Nos creemos más inteligentes, hasta superiores. Creemos que es mucho más sencillo de ese modo. ¿Y saben qué? No lo es. Una mentira lleva a la necesidad de inventar otra para taparla, y así sucesivamente, hasta que se vuelve una gran bola de mentiras y falsedades que te aplastan. 
Lo peor de todo, es darte cuenta que todo lo que te dijeron era falso. Percibir que fuiste manejado cual títere, por las ambiciones de alguien que creías diferente. A fin de cuentas, tras repasar en tu cabeza días enteros aquellos momentos en los que pensabas que eras feliz, o al menos creías serlo, empiezas a dudar si en realidad eso era felicidad. Una de las cualidades de la mentira es que tiene la capacidad de disfrazarse de tal manera, que hasta se siente casi como una verdad. Entonces, ¿qué pasa con aquellos que son toda su vida engañados y viven felices? ¿Se puede considerar esa felicidad autentica cuando tiene origen en una mentira?
Hago todas estas cavilaciones porque estoy dudando acerca de la razón de mi felicidad en los últimos tres años. De más está decir que dejar que una persona se vuelva el único motor de tu vida es un error. Pero más allá de ser consciente de mi  gran equivocación, me he dado cuenta que muchas cosas que a mi me gustaban, que a mí me hacían feliz eran cosas falsas. Es decir, yo moría de amor por los detalles tiernos, por cosas como dedicar una canción y regalar flores. O cosas más pequeñas aún, traer un chocolate para compartir entre dos, o merendar juntos. Y él sabía todo eso. Sabía cuánto me gustaban todas esas cosas, a tal punto que se convirtió durante un tiempo en el chico perfecto para mi. Se transformó de tal modo en que no sabía si soñaba o si en realidad me había cruzado con una persona tan maravillosa. Llegué a llamarlo "mi milagro personal". Y después de un tiempo, toda esa hermosa fachada color de rosa se fue desmoronando. Ya no quedó nada de ese hombre detallista y atento que había encontrado al principio. Ya ni siquiera encontré cariño en esa persona cuyos brazos se habían convertido en mi lugar favorito en el mundo. Fue la mentira más grande de mi vida. Creer que era posible algo así fue algo ingenuo de mi parte, pero hacer todo un acting por tanto tiempo fue cruel y despiadado de la suya. 
Hasta he llegado a pensar que planeó todo eso para evitar que yo pudiera si quiera meditar la posibilidad de enamorarme de alguien más. Lo único que sé con certeza es que no sé con quién estuve de novia todo ese tiempo. No sé absolutamente nada de él. No puedo creer en los sentimientos de una persona  que finge ser otra para enamorarte. No puedo creer seguir enamorada de una persona así. A sabiendas de que todo es falso uno debería poder desligarse. Pero como dije más arriba, uno se puede enamorar de una mentira y ser feliz con eso.

jueves, 12 de febrero de 2015

Destino

He estado meditando acerca de esas cosas que pasan en nuestra vida y son totalmente ajenas a nuestro arbitrio. Me pregunto si acaso son consecuencias de decisiones pasadas sin contemplar, o si tal vez sea producto de una fuerza que no podemos controlar. Es decir, ¿existirá aquello que nosotros llamamos "destino"? ¿Será verdad que hay algo más allá de nuestra voluntad e iniciativa que dirige nuestra vida y guía nuestro camino?
Más de una vez he escuchado -y he dicho- la frase "si tiene que ser, será", "si está destinado a pasar, pasará". ¿Verdaderamente podemos sentarnos a esperar que los astros se alineen a nuestro favor para realizar alguna acción? Dudo mucho que podamos dejar todo en manos del destino, de la suerte o de como quieran llamarlo.
De todas maneras, acepto que hay veces donde las cosas no se dan por alguna razón. Existe algo de azar en nuestras vidas, una especie de modo aleatorio, pero no necesariamente eso tiene que ser una simple coincidencia. Personalmente no creo en las casualidades, sino en las causalidades. Es por eso que cuando algo no sale como queremos es posible que no sea el momento, el lugar, la persona. Y en esas situaciones es el tiempo quien decide si las cosas finalmente se concretan en algún punto. Pero que no se malentienda, que se necesite de tiempo no significa que podamos echarle la culpa cuando las cosas finalmente no suceden. Nos pasamos la vida esperando el momento oportuno para arriesgarnos y la verdad es que ese momento jamás existirá. Vivimos como si tuviéramos la eternidad comprada, como si siempre hubiese la posibilidad de una próxima vez. Considero que esa es una de las razones por las cuales nos conformamos sin siquiera intentarlo, porque creemos que tal vez mañana las cosas se acomoden por si solas, sin esfuerzo y entonces ahí, actuaremos. Qué ingenuos somos. Abramos los ojos; si es que existe el destino, necesita de nuestra ayuda para que las cosas salgan como queramos.

miércoles, 11 de febrero de 2015

Repetir

Desde que supe que existía la tangible posibilidad de volver a cruzármelo, me la pasé divagando, pensando mil y una reacciones que podría llegar a tener cuando lo viese. Pensé en evitar el encuentro, en no ir al viaje. También pensé que no podía dejar de viajar sólo por saber que él estaría ahí. Después de haber decidido que abandonar el viaje no era una opción, empecé a barajar el hecho de escaparme en el momento indicado, o de hacer que alguien me tapara la visual para evitar hacer contacto de esa forma. De todas maneras, era imposible que él me viese. Pero yo sí lo haría. Y ese habría sido el comienzo del problema.
Pensé que el destino me estaba jugando otra vez una mala pasada trayéndome de nuevo al presente, pero finalmente no sucedió lo que temía. No lo vi. Y lo peor de todo eso es que estuve pensando tanto tiempo, tantas opciones y posibilidades, que me quedé con ganas de encontrarlo. 
No sé cómo lo logra. Hacer pedazos mi voluntad aún estando distantes. Me desequilibra con sólo pensarlo. Esos sentimientos me hacen dar ganas de escapar. Es angustioso sentir esa pesadez, esa inseguridad. No saber qué vas a hacer, cómo vas a reaccionar. Porque hay algo que tengo muy claro, y es que él es capaz de movilizarme y sobrepasar cualquier límite que haya trazado. No importa cuánto haya luchado por edificar una muralla que me impida cruzar al otro lado. Sé que con sólo verlo todo eso se desmoronaría a mis pies.
Hasta hace rato estuve recostada en el suelo de la terraza, mirando el cielo. No pude escaparme del recuerdo de haber estado con él haciendo lo mismo, en el mismo lugar. Y de pronto me surgió una pregunta: ¿es posible que si empiezo a querer a alguien más, deje de quererlo a él? No necesité demasiado tiempo para darme cuenta de que la respuesta era no. Que se puede querer de mil formas, y al mismo tiempo, pero que de ninguna manera es posible repetir un sentimiento.

lunes, 9 de febrero de 2015

Qué hacemos

Si me pongo a pensar en retrospectiva, he tenido varios amores a lo largo de mis 21 años de vida. Aunque sigo pensando que uso la palabra "amor" con demasiada liviandad y descaro. Ese tipo de enamoramientos pasajeros que he experimentado no se parecen en nada a lo que siente Bella por Edward, o Rose por Jack. Son efímeros. Terminan.
Por lo que he aprendido de la gran cantidad de películas e historias de amor que he mirado y leido, ese sentimiento no debería acabar. Usé bien mis palabras: no debería. 
Pero por alguna razón, la mayor parte del tiempo las cosas no son como queremos que sean. Son como son. Y nadie dijo que iba a ser justo o que lo mereciéramos. No creo que esté en sí totalmente relacionado con nosotros. 
El hecho es que no podemos manejar ni elegir lo que nos pasa, pero sí podemos ver qué hacemos con eso.

Identificada





"Creo, creo que cuando todo termina, solo vuelve en forma de flashes, ¿sabes?, es como un caleidoscopio de recuerdos, simplemente todo vuelve. Pero él nunca lo hace, creo que parte de mi supo al segundo de verlo que esto iba a pasar. No es en realidad algo que él dijo, o algo que hizo, fue la sensación que llego con él.Y lo loco de esto es que... No sé si me voy a sentir así de nuevo, no sé si debería.Yo sabía que su mundo se movía demasiado rápido y ardía demasiado brillante, pero sólo pensé, ¿Como puede el diablo intentar atraerte con alguien que se parece mucho a un ángel cuando te sonríe?. Tal vez él supo eso cuando me vio. Supongo que perdí el equilibrio. Creo que la peor parte de todo no fue perderlo a él... fue perderme a mi."




Lo encontré por ahí, y no pude evitar sentirme identificada.