viernes, 2 de diciembre de 2016

"[...] Pierde quien no sabe recibir."

Hoy estoy mucho más tranquila. He pensado mucho durante toda esta semana. He pensado tanto que me he dado cuenta de algo importante: tengo que dejar de intentar racionalizar mis sentimientos. Sólo a mi se me ocurriría querer justificar lógicamente lo que me pasa sentimentalmente. Pensar demasiado sólo genera más angustia y ansiedad. Basta de intentar resolver la vida devanándose los sesos, hacete menos preguntas y disfrutá. 
No estoy segura de haber llegado a alguna conclusión. Es más, sigo teniendo miles de preguntas. Es irónico que cuando crees tener todas las respuestas es cuando todas las preguntas comienzan a cambiar. Sí comprendí que debo dejar de preocuparme por lo que siente/piensa/dice el otro. No hay nada que pueda hacer con eso. Tuve momentos donde me entristecí por pensar que no me valoraban lo suficiente. Ahora me doy cuenta que no soy yo quien tiene que ponerse triste: "Nadie pierde por dar amor...pierde quien no sabe recibir." Y yo, ¡madre mía que he amado! Hasta la locura y el cansancio y debo estar muy orgullosa de eso. Aprendí que tengo que dejar de preocuparme por lo que recibo, lo verdaderamente importante es lo que soy capaz de dar. Y no hay nada que no sea capaz de hacer u ofrecer. Soy la mejor versión de mi misma y al ser tan autoexigente me he acostumbrado a replantearme constantemente todo. Estoy en un proceso de crecimiento constante y eso es muy saludable. Mi meta es no perderme en pensamientos oscuros o empezar a dudar de mi. No tengo nada planeado ni mi vida resuelta, sólo tengo un corazón gigante que quiere expresar lo que siente. Amar por amar, nada más. Sin esperar, sin pedir. Amar porque lo siento así, en total libertad. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario