sábado, 24 de diciembre de 2016

Ema

A Ema le gusta el mate amargo y la comida frita. Ema amaba recorrer librerías y ofrecer su ayuda constantentemente. Ema tiene ojos verdes, o celestes, depende mucho de la atención que le prestes. Ema sonreía sin disimulo cada vez que me veía llegar tarde, como siempre. Me esperaba en la esquina, con su moto gris y sus calcos de River. Ema se enojaba cuando me quedaba dormida y olvidaba responderle, y cuando hacía las cosas sin su ayuda. Ema se ponía orgulloso cada vez que lograba mis metas, y me recordaba día a día lo mucho que valía.
Ema tenía un humor muy raro que yo rara vez entendía. Era celoso, y tenía muchos miedos. Ema necesitaba acariciarme constantemente cuando me sentaba a su lado. Supongo que era su manera de corroborar que seguía ahí, que no me había ido. Ema era chiquilín cuando quería algo y no descansaba hasta que le dijera que sí. Tenía sus caprichos, como todo niño ilusionado. 
Ema discutía conmigo constantemente y eso al principio me agradaba. Era y es la primer persona que se animó a confrontarme y decirme que estaba equivocada. Sin embargo, su sinceridad bruta la mayoría de las veces causaba daños colaterales. No lo culpo, yo también suelo ser bastante sincericida. Debe haber sido ese el motivo de que nos gruñeramos tan seguido.
Ema quería todo el tiempo complacerme, buscaba que fuera feliz a cualquier precio. No importaba la hora, el lugar, si llovía o se rajaba la Tierra del calor. El siempre estaba esperando, con sus ojos impacientes y su abrazo apretado. 
A Ema le encantan las películas y por eso íbamos mucho al cine. Aprovechábamos los dos por uno y los ratos libres del estudio. Sus favoritas eran de terror, y odiaba los films doblados. De él aprendí que no hay nada mejor que ver las películas con subtítulos.
Ema tiene dos mascotas, un perro y una gata. A su gata nunca le caí demasiado bien, siempre sospeché que me odiaba. Ella era como su hija, así la trataba; con amor y cariño en extremo. Su perrito era mi perdición, cada vez que visitaba su casa me esperaba para que lo alzara y no nos despegábamos ni un minuto. Ema solía ponerse celoso por eso, aunque sonreía y siempre me decía que cada vez que lo veía entrar la moto esperaba verme llegar con él. 
Ema era muy cariñoso y atento. Aunque a veces olvidaba lo que le contaba y me lo repreguntaba varias veces. Yo detestaba eso, me daba la impresión de que no me escuchaba.  Ema era lo más salvo cuando su baja autoestima lo hacía ningunearse. Me lastimaba ver cuando se hundía en la oscuridad aunque hiciera todo para demostrarle que él era luz. 
Ema solía decir que yo era una adicta al trabajo y se sorprendía de mi fuerza de voluntad. Ema me tomaba de ejemplo y me daba las gracias. Decía que me debía mucho, que sin mí no habría llegado a ningún lado. Ema no sabía que si algo había logrado fue por motus propia, que yo sólo estaba a su lado alentándolo. 
Lo que Ema no sabe es lo mucho que identificaba yo con él. En su momento fui igual, indecisa, insegura, incapaz de creer que alguien me pudiera amar. En el fondo sigo teniendo los mismos miedos, aunque después de mucho aprendizaje y reflexión he logrado moverme a pesar de ellos. Todos fuimos Ema alguna vez, todos tuvimos miedo a no ser dignos de ser amados. Todo en el fondo seguimos ocultándo eso, y nos creemos insuficientes. 
Ema me enseñó que no se trata de merecer, sino de lo que quieras tener. Solía decirme que si fuera por merecer yo no merecía haber sufrido tanto daño en el pasado. Ema odiaba mi pasado amoroso, mis cicatrices y mi dolor. Él odiaba todo eso porque suponía que estaba pagando los platos que alguien más había roto, antes que él. Lamentablemente todos pagamos por lastimaduras que no hicimos. Intenté evitarlo pero en el fondo él tenía en claro que algunas heridas nunca habían cerrado. 
Ema era muy malo bailando y cocinando. Era fanático hasta el extremo de River y hasta desconectaba el wifi cuando había partido.
El mayor problema de Ema era su falta de confianza en sí mismo. El día que sepa aumentarla nada podrá detenerlo, estoy muy segura. Ema tiene un potencial inmenso, sé muy bien descifrar eso en la gente. Ema tiene que lograr ser feliz, no porque lo merezca, sino porque ese es mi deseo y debería ser su meta.

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